Destacado

La Marea

La inscripción lapidaria, aquel epitafio promesa envejece en las grietas de mis piedras: “El poema eres tú” fue acaso mi última certeza.  Se...

La escoba tras la puerta


Una noche como ésta, entraría a tu casa con la última llave que me queda. Caminaría tu senda sin huellas en tu encuentro... reposaría la vida tras la muerte al lado de tu cuerpo. Callado como tu recuerdo, quieto como un ladrón, velaría tu sueño, amor. Sin que adviertas mi presencia, he de besar tu frente sin temor de mi tristeza siniestra, tus ojos cerrados como siempre sin verme, sólo porque ahora duermes; creer que no me piensas... sólo porque sueñas. Tocarte sin que supieras-¿Quién pudiera verte sin corromperte?-Tenerte en secreto la noche eterna. ¿Quién pudiera, quién, amarte como yo quisiera? A fuerza de besos en cadenas y verdades que liberan. Quién pudiera respirarte entera y calmar la bestia que me tienta: ¡Podría matarte sabiendo que tus ojos no me miran ni me piensas cuando despiertas! ¡Maldita escoba tras la puerta! Ahorcarte con mis piernas y arrancar con mis dientes tu lengua de sentencias. Se rompen las cadenas, se abren mis esposas; verías el horror de tu sangre en mi boca en un acto de justicia: razón más digna para no escuchar tu voz. ¡Ahogada en mis manos, mirarías al fin el dolor con los mismos ojos de terror con que rogaba yo! Y con tu misma mirada dulce y definitiva también te diría "No". Podría matarte hoy; guardo la llave que dejaste al matarme vos. Aguarda la bestia la caída de la escoba tras la puerta que llaman amor.