tu exceso y tu necesidad.
Quiero ser la marca que queda en tu cuerpo
después de tanto arañar;
después de tanto arañar;
el beso sincero y tu modo predilecto de pecar.
Quiero ser tu secreto y quiero ser tu verdad;
lo que admites en silencio
y lo que quieras proclamar.
Quiero ser tu fuerza y tu debilidad;
pasión vulnerable o implacable como el mar.
Quiero ser el respiro de tu tiempo,
tu locura, tu argumento;
el beneficio de tu duda
y lo que das por hecho...
La fe de errata de tu escrito,
tu sarcasmo más cínico,
el aplauso de los críticos:
Yo quiero ser tu premio.
Y sí, quererlo todo
porque todo lo puedo,
porque todo lo puedo,
porque así yo vivo,
porque así te quiero...
¡Quiero defenderte en cada guerra
aunque yo no tenga paz!
Y puedo herirte y te voy a salvar.
Yo quiero, amor, darte lealtad en libertad.
Yo quiero, amor, darte lealtad en libertad.
Quiero habitarte
en lo trivial y lo trascendente:
que llegues a casa y quieras verme
y que por mí le tengas miedo a la muerte.
Quiero tatuarte,
pertenecerte,
que me mires frente a frente;
desafiarte hasta que no puedas evitar quererme.
Quiero defenderte en cada guerra
aunque yo no tenga paz:
Una noche y nada más.
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