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La Marea

La inscripción lapidaria, aquel epitafio promesa envejece en las grietas de mis piedras: “El poema eres tú” fue acaso mi última certeza.  Se...

Poema 100

Semblanza 

Cual esquizofrénico que aprende a vivir con sus fantasmas,
Conservó un par de esperanzas y aprendió a ignorarlas.
Era el verso honesto del corazón roto y la conciencia intacta.
Escurriendo la humedad de las ventanas,
Supo que el amor dura lo que dura una palabra
Y se fue a vivir callada.



Fugaz

Te pareces tanto al amor
Que finjo no reconocerte. 

La última senda

El brillo de tus ojos que me miran y me tientan,
Que sonríen y me gritan tus palabras secretas;
Himno a la alegría y risa eterna, 
Me hacen bailar y celebrar la vida,
La tortura lenta de tus manos tímidas 
Inquietas, cada vez más cerca.
Quiero callar tus excusas con mi lengua
Sin que la lluvia nos detenga.
Ven, camina conmigo la última senda 
Hacia un lugar del que no regresas. 

Pobre mamá

Pobre mamá,
Adornando retratos como si los muertos pudieran celebrar.
Pobre mamá,
Llena la casa de navidad
De abajo a arriba,
Luego se va...
No soporta su propia mentira:
Adán no está. 

Pobre mamá sin infancia,
Niñera y esclava,
Adicta ama de casa,
Enfermera y obrera;
No supo de terapia.
Ceño fruncido prematuro,
Joroba en la espalda
Cabello de su verdugo
Dolor crónico, insomnio,
Fibromialgia.

Pobre mamá signada por la tragedia;
Se le desmayan las piernas
En la cárcel, en la morgue y en la tumba
Pobre mamá gritando iracunda
Incapaz de trascenderlas.
Nunca tiene la culpa;
Todos conspiran contra ella.
Se queja con su colección de rencores,
Sus cicatrices viejas,
Su látigo y sus piedras...
Mamá juez de la inquisición
Envenenada por su propia lengua,
Incapaz de hacer una maleta, 
De mandar todo a la mierda
O soportar la felicidad ajena...

¿Pobre mamá?
¿Víctima eterna por decisión,
Tóxica y corrosiva 
Que nos postró de rodillas 
Hasta que el puño sangró?
Monstruo, pesadilla:
¡Pobre mamá cobrando una vida que nadie pidió!
Pobre mamá, "no conoció algo mejor". 

Pobre mamá con los años que le quedan 
Esparciendo su miseria
Sin borrón ni cuenta nueva,
Sin poder pedir perdón;
Pobre papá, qué pena,
Pobre Adán, pequeña Eva,
Frutos del desamor,
En una lucha sin tregua  
Por no parecerse a ella
Y detener el rencor.

No te vayas a olvidar

No te vayas a olvidar de mis poemas
Aunque te cases y tengas nietos
Y te vuelvas diurno y sedentario,
Asalariado y obrero. 
No olvides que te escribí casi a diario
Y que te he inmortalizado aunque envejezco.
No te olvides de marcarme en tus sueños de brújula 
O de mirar mi foto en tu penumbra
Si la rutina te alcanza y te postra en una cama,
Si la calma llega a atraparte y detiene tu paso errante,
Si te explota ese nunca en la cara
Y te conformas y te siembras y te calmas, 
Sin trayectos, sin mapas ni cartas,
Que estoy en cada playa,
Consciente de ti, intacta;
Que soy tuya si me piensas,
Que soy tuya si me hablas
Y entonces,  "cuando vuelvas,
Volverán a la vida las palabras".


Ven hoy

Ven a la isla conmigo hoy. Hagamos un país sin gobierno, solos tú y yo, sin pueblo, sin caos ni tiempo entre mi silencio y tu voz. Reescribamos la historia; en mi cuerpo sin memoria sólo existe el hoy. Llena mi boca de besos, prende conjuros en fuego e incéndiame en tu calor; arráncame el último secreto en el mar, vence mis miedos con dolor.
Que pase lo que tenga que pasar: el amor y el adiós.
Ya no puedo esperar. Ven hoy.   

Un año

La música trae estelas del ayer:
Quince días sin retorno,
Todo cuanto mis ojos insisten ver
Absorto en mil nubes densas;
Sonidos, caminos de la tierra 
Que contigo quise ver.‎
Deliro confundido 
Entre memoria y deseo,
Enloquezco de frío,
Porque eres mío y no te tengo, 
Porque te siento y no te beso;
Asumiendo, amor, 
Que te escribo y no te leo,
Que un año es demasiado
Hasta para el tren más lento;
Sabiendo, amor,
Que estás lejos y te pierdo, 
Que te he inmortalizado
Mientras me hago viejo, 
Esperando sin remedio 
Que tu libertad adiós 
Y tu libertad encuentro 
Retomen tus pasos 
Y te traigan de regreso.




Premonición

¿Es esto lo que quieres?
¿Tu último recurso,
Un premio de consuelo
Mi cuerpo pañuelo de tu dolor,
El peso de la gratitud,
El tedio de la cortesía,
Que mesa mi mano tu silla
 al tic tac del reloj;
Romperme el vidrio, pues, 
en caso de adiós?

¿Llenar de cenizas tu última raíz,
Marchitar tu propio jardín
Enterrándote en el suelo,
Mirar las hojas que sopló el viento
Y ahí no más verte podrir,
Mintiendo que estás viejo,
Que tiene la culpa el mundo
De tu paz de los sepulcros
Que perturba ya mi voz?
¿Ver pasar el tiempo, mudo,
en‎ calma y resignación?
¿Es esto lo que quieres?
¿Una muerte lenta para los dos? ‎

Infiel

El beso tentado murió antes de nacer...
No era tu boca;
Nunca lo fue.
La sonrisa tan corta,
La musa tan poca,
Los dedos forzados en mi piel
Apagaron el fuego
Evocaron tus ecos;
Los ojos cerrados pudieron ver 
Que no eran tus manos, 
Que todo fue en vano
Y jamás pudo ser.
No era tu boca;
No te encontré.




Uno puede enamorarse

Uno puede enamorarse de una voz y quedarse a vivir en ella los domingos en la tarde;
Deleitarse en palabras perfectas que brevemente pueden pronunciarse. 
Uno puede y hasta debe enamorarse de una mente brillante;
Hacerle reverencias, ovaciones y admirarle,
Sentirse afortunado de serle digno un instante.
Uno puede enamorarse de un encuentro memorable
de oraciones conjuntas, canciones cómplices
Y un beso oculto en ese oasis.
Uno puede enamorarse de un humor exquisito, cruel y desafiante
O acaso encapricharse un ratito con un Adonis
Y un fenómeno de circo ambulante...
Un bohemio, un magnate,
Un amigo fuera del alcance,   
Hasta un perfume de mujer,
O un sudor primate.‎‎

Uno puede idealizar y fantasear sin decoro,
Escribirles, cantarles como pocos,
Hacerles pedestales, levantarles templos por años,
Aunque sea para adorarles en otoño,
Bautizarles con llanto el aterrizaje forzoso, 
Caminar dos o tres calles,
Conocer a alguien
O‎ pensar en el ayer y volver a enamorarse "como nunca antes", 
Hasta tres veces al día, cerca o distantes,
Por su propia virtud, por gratitud
Por amor al arte, por soledad,
Porque estás vivo y alerta, orate, como quieras llamarle...
Uno se ‎entrega sin medida,
Le da por intentar poesía,
La edita o no la envía,
Irremediablemente olvida;
Uno puede atarse y soltarse 
Una y mil veces en la vida
Al amor o a la catástrofe
¿Sabes?
Uno puede, finalmente o por descarte, 
Enamorarse de todos y no amar a nadie.
Hasta entonces,
Uno puede y debe enamorarse
Tanto como sepa marcharse.


Transeúnte de Argentina

En la clase de hoy, otro viajero enamorado de Argentina trataba en vano de verbalizar lo que sus ojos clamaban sobre un lugar llamado Perito Moreno. Aunque común en las experiencias compartidas en clase de inglés, aquella historia del destino jamás nombrado en el recinto era diferente. Atraparía a su más atenta oyente, como quien se reconoce a sí mismo en quien ha vivido y perdido todo en un solo lugar o un mismo recuerdo. Vencido por la emoción y la barrera del idioma, terminó la lección del presente perfecto, irónicamente. Se fue Don Gustavo Gómez, atribulado, sin revelar qué tiene esa tierra que deja a todos con asuntos no resueltos y no les deja volver por completo. ¿Qué sucedió, pasados los años, aún cegado por el resplandor del glaciar congelado en su tiempo? El transeúnte de Argentina le hizo parecer maldita, irremediable... definitiva. Ella perdería la calma nocturna deseando darle años de su juventud para volver, si definitivamente sería una vida mejor que la que podía tener enseñando el presente perfecto en inglés. Quizá sólo quería escribir su historia mientras reunía valor para escribir la propia, evadiendo su maldición argentina. En todo caso, habría de averiguarlo la próxima clase, inevitablemente.