Destacado

La Marea

La inscripción lapidaria, aquel epitafio promesa envejece en las grietas de mis piedras: “El poema eres tú” fue acaso mi última certeza.  Se...

Duelo soberbio

Lejos, inalcanzable,
Presente, intocable,
Ajeno y desconocido, 
Apenas recordado de otra parte,
Cobarde, frío,
Incoherente, resentido:
Un desastre.

Así veo tu propio derrumbe,
Tu coraje sin sentido
En un tiempo ya vencido,
Esperando el día que pases inadvertido
Sin ritos de duelo soberbio,
Ni el silencio que mata todo
Lo que entierran tus gritos
En tu solemnidad de cementerio.

‎Aunque hoy es 24 de enero,
Eres una tumba lúgubre, 
Cada domingo sin visitas
Ni flores en tus restos.
Así veo tu paso fúnebre,
Igual que a mis muertos:
Quizá te llore toda la vida,
Pero cada vez menos.



Déjalo ahí tirado no más

Déjalo ahí tirado sin mirar atrás
en la basura donde debe estar;
una lágrima más, qué mas da.
Aunque te vayas o te quedes,
poco a poco lo arrastrará el mar.
Déjalo ahí ahogado en la verdad;
después de todo,
es tu mejor forma de matar.
Aunque hables o te calles,
sólo queda la ebriedad
de cuanto sabes pudo ser y no será.
Más te debo alertar:
Cuando lo dejes ahí tirado sin mirar atrás,
en la basura donde debe estar,
con una lágrima más,
arrastrado por el mar,
ahogado en la verdad
con que te encanta matar,
y cuando sólo quede la ebriedad
de cuanto sabes pudo ser y no será,
asegúrate de no quererme más;
muy a tu pesar
ya nunca me tendrás, 
te pudrirás en las cenizas que ya no te quemarán.

Pensándolo mejor, hazme ese favor:
suelta mi amor y déjalo ahí tirado no más.



Remitentes

¿Y si nos escribimos tú y yo,
sólo para descansar de los destinatarios ciegos?
¿Y si nos leemos tú y yo, 
sólo para revivir las lenguas muertas?
¿Si nos recitamos a cuestas del te amo que no llega ‎
para vivir en nuestros versos?
Y si tú me besas y yo te beso,
¿cómo se llamaría el poema?

Y si yo te quiero y tú me anhelas,
¿de qué tamaño sería la espera?
Sin respuestas a la mano
ni promesas en vano,
¿y si antes de llorarnos 
nos escribimos a diario
un amor que nos merezca?‎


Cápsula de tiempo

Tengo una cápsula del tiempo
donde te confirmo y te contemplo 
al reírte, al moverte y mirarme por accidente.
Con todos tus respiros justifico
mi manía de pensarte, de esperarte, y de quererte. 

Me transformo, 
me conformo en tus sonidos
hasta que pueda volver a verte;
me trastorno, me cuestiono
sin retorno por pertenecerte.
Más siempre que en tu cápsula me conserves,
yo te perdono el tiempo ausente.

Por suerte, ‎
tengo una cápsula de tiempo que reviento cada año,
que es el tamaño de un día sin verte...
Afortunadamente,
vuelves siempre 
y justo ahí, sólo tú
me calientas y me llueves.


Era de noche


Era de noche y se quedó dormido
sin saber dónde estaba el poema.
Tenía un faro de luna llena encendido  
despertando a quien había escrito
el territorio entre el amor y la pena.

Era una noche de párpados pesados,
de incertidumbre y certeza
con los brazos amarrados
a los recuerdos que besan.

Noche de náufragos y parejas
o de pájaros y hienas,
de esas que se olvidan 
mientras otras se aferran
a sonrisas pasajeras 
o se resignan a confesiones honestas. 
Noche de encender la hoguera, 
de exorcizar la tristeza 
o hacer un pacto con ella.

Era una noche de ecos lejanos,
de tambores paganos 
y de música celta,
según la sangre lo sienta;
de perros callejeros y bohemios fumando,
de ritos profanos fuera de la puerta‎,
o de lazos sagrados cortados con tijeras.

Llena de tu musa nocturna,
del verbo de tu lengua,
dibujé pájaros de barro
y solté cadenas perpetuas.

Era una noche para quedarse en vela,
y escribir tus huellas de retorno hasta que vuelvas,
para que después de tanto soñarte,
al fin me encuentres despierta.

Qué noche tan larga, tan tuya y eterna...