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La Marea

La inscripción lapidaria, aquel epitafio promesa envejece en las grietas de mis piedras: “El poema eres tú” fue acaso mi última certeza.  Se...

El llamado de los peces


















Hoy vi tu rostro de ojos cerrados en una pecera de cristal;
El mismo rostro de ojos cerrados que cantaban quería llorar.
Sentí terror de lo que miras en la oscuridad,
De las palabras que aún no sabes pronunciar,
De los oídos que no te oyen gritar.
Sentí el dolor de tu ternura, de tu posible soledad;
La brevedad del abrazo que no quieres terminar.
¡Quiero llevarte al mar a mirar los peces en libertad!
Hoy te quise mía y me quise tu guardián;
Prohibirle al mundo que se llore a tu edad.
Oye el llamado de los peces:
En libertad también se puede amar.


Desprenderte de mí

Desprenderte de mí cada mañana a pedazos,
cada silencio, cada rechazo,
cada resentimiento y rincón lacerado;
tu cuerpo, tu látigo.
Desprenderte de mí en recuerdos desechados,
contar las lágrimas y ver que van restando.
Desprenderte a pesar de mí, 
al creer que me estoy mutilando mientras sano;
desprenderte de mí paso a paso
aunque quede desmembrado.

Retirar tus ecos lejanos 
de mis canciones tristes.
Aceptar que te fuiste 
aunque te siga pensando,
suturar heridas que abriste 
aunque sangren mis manos.

¿Puedes acaso concebir el acto de desprenderte de mí?
Desgarrarme esta carne que nadie más ha tocado,
coserme los labios para no seguirte nombrando;
estos labios que más nadie ha besado,
arrancarme el corazón para no seguirte amando,
¡deshollarme estos ojos que te están llorando!
temblando mis manos buscando lo que queda de mí,
descubrir que estoy respirando 
y sobrevivir.

Seguir respirando
es lo único que hago
para no morir en vano
desprendiéndote así...
Mas tu dolor era mío
y por eso‎ me desgarro 
mientras te mato en mí.



Proclama

Yo quiero ser tu resaca y tu ebriedad;
tu exceso y tu necesidad.
Quiero ser la marca que queda en tu cuerpo 
después de tanto arañar;
el beso sincero y tu modo predilecto  de pecar.

Quiero ser tu secreto y quiero ser tu verdad;
lo que admites en silencio 
y lo que quieras proclamar. 
Quiero ser tu fuerza y tu debilidad; 
pasión vulnerable o implacable como el mar.

Quiero ser el respiro de tu tiempo,
tu locura, tu argumento;
el beneficio de tu duda
y lo que das por hecho...
La fe de errata de tu escrito,
tu sarcasmo más cínico, 
el aplauso de los críticos:
Yo quiero ser tu premio.
Y sí, quererlo todo 
porque todo lo puedo,
porque así yo vivo,
porque así te quiero...

¡Quiero defenderte en cada guerra 
aunque yo no tenga paz!
Y puedo herirte y te voy a salvar.
Yo quiero, amor, darte lealtad en libertad.

Quiero habitarte
en lo trivial y lo trascendente:
que llegues a casa y quieras verme
y que por mí le tengas miedo a la muerte.
Quiero tatuarte‎,
pertenecerte,
que me mires frente a frente;
desafiarte hasta que no puedas evitar quererme.

Quiero defenderte en cada guerra 
aunque yo no tenga paz:
yo quiero, amor, darte lealtad en libertad
Una noche y nada más.