Destacado

La Marea

La inscripción lapidaria, aquel epitafio promesa envejece en las grietas de mis piedras: “El poema eres tú” fue acaso mi última certeza.  Se...

Nota mental

No olvidemos en el presente
Que ausente fuiste primero
Ni que tuviste el cruel gesto 
De dejar tu cuerpo sin calor;
Nuestra canción en silencio
En tu boca sin voz
Y los disparos de tus labios 
Signando el adiós.

No olvidemos que hallaré amor,
Que inspiré beso, aplauso, obsesión 
Y en la guerra que callamos
Fuiste el gran perdedor:
Ni tú mismo te has amado
Como te había amado yo.

Los disparos de tus labios












Los disparos de tus labios 
detonaron el más largo adiós...
A ellos debo diez poemas de un dolor,
pólvora residual de mis besos escasos,
la lentitud de mis pasos 
y un conato de canción.

Los disparos de tus labios 
ocuparon mi piel y mi espacio 
sin lugar a nuevas cicatrices,
pues desde que te fuiste
cuando me cortan te sangro a vos. 

Los disparos de tus labios 
han penetrado mis sueños 
con el más viejo temor,
han entumecido mi cuerpo 
preso del terror
diluyendo ríos de recuerdo 
llanto y rencor.

Por los disparos de tu voz
nunca sabrás cuánto te pienso;
mi único disparo es el silencio
aunque nos mate a los dos.



Como un niño

Louis y Dylan: primer abrazo 22/3/2015

Eres el pasado  que ganó un lugar en mi presente;
prueba de perdón y olvido sin que acabe el cariño.
Te quiero con un amor que ya no duele,
mas hoy cuando te vas te lloro como un niño...

Con la risa más segura que he reído,
me diste música y ya todo está dicho.
¿Cómo se escriben tantos años y en qué libro?
Mi llanto en tu abrazo aquel día que maldigo,
mi mano en tus manos recorriendo caminos,
jugando en el patio mi hijo y tu hijo...

Después del amor yo nunca hice amigos
y fuimos territorio libre y protegido.
Mañana diré locuras que nadie habrá entendido;
reiré sola brevemente sabiendo que te has ido.
Te perderé poco a poco y sin testigos...

Dime ahora cómo te despido
si te llevas pedacitos de mí contigo,
si mi soledad se queda sin tu abrigo,
¡si no volveremos a ser los mismos!
y aunque te espere un mejor destino, 
te lloro, te lloro como un niño.




Concreto


Anoche me di permiso
para quererte como te quiero.
Y lo siento porque es preciso
si te conozco y reconozco
cual música en mis oídos
cuando breve y directo
me dices "te quiero en serio"
y me amenazas sin quererlo;
que no me atreva a perder el tiempo.

De pronto los incrédulos 
confiamos en secreto;
sin escribir promesas,
lo pronunciado nos hace ciertos.
Libres en un mundo y mar abierto,
escogemos nuestro espacio más estrecho:
El espacio donde te espero
y te encuentro,
donde me guardo y me entrego 
a ti, amor, porque también te quiero en serio 
aunque no hayas pisado mi suelo.

Cuánto se ha escrito justificando un sentimiento 
y hoy, limitada de tiempo y verbo,
te quiero sólo porque evitarlo no puedo,
y aun mejor, te respeto...
Te quiero, amor, a ratos 
con el pensamiento,
a risas y nostalgias,
verdades y deseos 
y todo esto que no alcanzan a decir mis versos.

Te quiero 
Te quiero 
Te quiero
Lo sabes como yo te creo
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Y el próximo te quiero
te lo debo dar en la punta de un beso,
en el estruendo de mi abrazo,
el sobresalto de mi pecho,
en el encuentro de mis manos con tu pelo,
en esta piel que sólo tu mirada prende en fuego...
En todo esto que yo soy cuando te tengo,
en todo aquello que te doy y que seremos 
cuando podamos besarnos
y esté de más aclararnos
que nos queremos en serio.

El último poema













Crujen gemidos vencidos en las entrañas ciegas
Crujen sin testigos las grietas de la tierra
Una a una se quiebran las ramas secas
Huyen despavoridos los lobos y las hienas
Aullido agudo y niebla siniestra 
Anuncian la hora del sacrificio en la aldea
Cierran las puertas a la roja luna llena
Solo los cuervos acechan

‎Arde tu luz desafiando tinieblas 
Los manuscritos se incendian
Se calcinan las criaturas bajo tus huellas
Se baten a muerte el amor y la soberbia

Clavada la daga entre ceja y ceja
Te derramas por mis venas abiertas 
Se han ahogado ensangrentadas las letras...
Es la hora que no anuncian las campanas de la iglesia:
Es la hora de matarte en el último poema

He de enterrarte
Nadie te reza

Habla, alma en pena,
¿Cómo te pudro bajo las piedras?
Di, mala hierba,
¿Cuántas vidas te quedan?



Acecho en piano

Fito Páez 

Su piano arrulla, cobija y acecha
con dulzura insoportable 
que aviva y entierra.
Entre látigo y certeza,
sus notas tocan
la espera de una fecha.
Una tras otra
cuales gotas de lluvia en la boca
van del llanto a perfumar las rosas
y viceversa.

Estoy de vuelta sin dejar rastros
hasta el breve espacio de oírle tocando.
Su piano es el drama 
de besarle sin sus labios
y tocarle sin mis manos;
la verdad incuestionable 
de que sólo a él le canto.

Soy la tragedia irremediable 
de no poder escribir su sonido
y no tener testigos de cuánto le extraño...
Soy la conciencia de ser más pequeño
que el universo que le guardo,
oír a diario su risa presente
y el temor de serlo todo
y no ser suficiente.

Soy la insistencia de saberme
siempre de sus manos
al acecho de ese piano;
su piano de versos y disparos,
labio a labio,
panteón... y campanario.




Amnesia

Hoy no reconocí mis labios 
al tocarlos con un dedo
y me pregunté en silencio 
a qué saben los besos.
¿Qué miran aquellos que los ojos cierran?
¿Besarlo todo se puede?
¿A qué saben los que se besan?
¿Qué sangran los que se muerden?
¿Qué es lo que las lenguas gritan? 
¿Qué sienten los que se tocan?
¿A qué huelen los que se respiran
y cómo respiro sin todo eso?
Mas no importa;
realmente no recuerdo
a qué vida sabían mis besos
ni a qué muerte sabía el resto.


Preludio del olvido


No ansío nada que hayas tocado
Ni canción que hayas oído,
Tus caminos transitados
Ni en común los amigos;
Todo tú lo has profanado con hastío.

No quiero nada compartido 
Ni legados ni vestigios.
No más cenizas o faros encendidos
Ni destellos en mis ojos si te miro.
Adiós al brillo que irradiábamos,
Adiós a los disparos de tus labios
Y recuerdos en naufragio;
Todo tú lo has corrompido con agravio.

Es el preludio del olvido.
Es un presagio decidido;
Evadir las nostalgias
En silencios y sonidos,
Ansiar la indiferencia,
Borrar huellas y caminos,
Partir de la tierra donde nacimos
Y escribir en piedra que hoy emigro;
Advertir la paz cuando te has ido,
Amar la soledad de mi recinto,
Y despedirte en líneas que te escribo,
Pues todo tú lo has aspirado al abismo.

Desvaneces en la música de mis oídos,
Te diluyo en el tiempo y te bendigo
Sin luto ni lamento,
Sin apología del delito,
Reos ni litigios;
Si acaso somnoliento,
Como quien deja atrás un desierto casi infinito...
Hoy trasciendo,
En mi oasis respiro,
Y te dejo mi preludio del olvido.

El verso del amante

Un verso que apele a tus sentidos,
sugestivo, que degustes con la lengua;
tu audaz lengua que me besa 
y me nombra sin motivos...

Un verso al eco de tu voz distante;
el mejor de los sonidos
que me sigue a todas partes,
cual estruendo del tren
donde llegas a buscarme
más temprano que tarde...

Un verso que te palpe, amor, 
que sepa abrazarte,
que te muerda, que te sangre,
que te sane y que te marque;
en ese mismo orden
y en el mismo instante...

Un verso puro que te fumes
y perfume con su humo
tus domingos en la tarde.
Un verso con olor a vino 
y a libertades;
un verso que vuele y huela
a lo que huele el respiro 
de los buenos aires...

Un verso auto sustentable, 
un verso completo 
de ideas y de carne,
de intelecto y sentimiento;
de tu ciencia y mis humanidades...

Un verso sin memoria y sin culpables,
que brinde a tu salud
y no se canse de esperarte;
un verso de complicidad y lealtades,
un verso que te pague
con la misma mirada
en la que me atrapaste...

Un verso que te cante
todo el calor que me sembraste
y te calle la paz que me quitaste:

Un verso, amor, es lo único que puedo darte
hasta que vengas a colmarte y a saciarme;
a bastarme y sobrarme
antes de que vuelvas a marcharte.




Gajes del oficio

Te imagino con la calma
inquebrantable
con que miro la montaña
al final del paisaje...

"Te mando señales de humo como fiel apache",
te despido en el olvido nocturno
y en todo futuro te respiro como antes
con nuestros frutos, 
nuestra tierra de nadie, 
nuestras libertades 
y lunas menguantes.

Deliro con la ebriedad del amante
que más temprano que tarde 
advierte el paso errante del exilio. 
Te bebo sorbo a sorbo;
te destilo,
te deseo con la carne.
Te muerdo hasta sangrarte
y sin pudor, te transpiro.

Te fumo como a un vicio,
te escribo la verdad inpronunciable,
te conjugo en mi cama, 
en todos los arrabales,
en las iglesias sin ritos:
te prendo velas y te maldigo.

Que se escriba en los libros 
nuestro ardor y nuestro hastío;
las complejas bondades de este libre albedrío.
¡Que suene en las ciudades tu himno!
Que se proclame patrimonio protegido 
tu arte y tu colección de mis partes.
Que se estudie en laboratorios y universidades 
lo soberanamente jodido 
que es amarte esperándote aunque te llames mío.

Pasen todos, bienvenidos al único circo 
que se escribe con sangre, cariño,‎ 
orgasmos y cinismo.









Irreverencia

A esa poesía inaccessible, impenetrable
indirecta, indescifrable,
de eruditos intocables
con diccionarios delirantes
que ocultan historias y presumen imágenes,
que decoran la jaula del animal salvaje,
que desprecia el arrebato de las putas en los bares 
por pulcras estatuas de galerías de arte;
a esa poesía elitista de guantes de seda 
que no sabe masturbarse...
a esa poesía que tantos aplauden:
que le teme a la exposición y a ser vulnerable,
¡yo le llamo engreída, frígida y cobarde!




El llamado de los peces


















Hoy vi tu rostro de ojos cerrados en una pecera de cristal;
El mismo rostro de ojos cerrados que cantaban quería llorar.
Sentí terror de lo que miras en la oscuridad,
De las palabras que aún no sabes pronunciar,
De los oídos que no te oyen gritar.
Sentí el dolor de tu ternura, de tu posible soledad;
La brevedad del abrazo que no quieres terminar.
¡Quiero llevarte al mar a mirar los peces en libertad!
Hoy te quise mía y me quise tu guardián;
Prohibirle al mundo que se llore a tu edad.
Oye el llamado de los peces:
En libertad también se puede amar.


Desprenderte de mí

Desprenderte de mí cada mañana a pedazos,
cada silencio, cada rechazo,
cada resentimiento y rincón lacerado;
tu cuerpo, tu látigo.
Desprenderte de mí en recuerdos desechados,
contar las lágrimas y ver que van restando.
Desprenderte a pesar de mí, 
al creer que me estoy mutilando mientras sano;
desprenderte de mí paso a paso
aunque quede desmembrado.

Retirar tus ecos lejanos 
de mis canciones tristes.
Aceptar que te fuiste 
aunque te siga pensando,
suturar heridas que abriste 
aunque sangren mis manos.

¿Puedes acaso concebir el acto de desprenderte de mí?
Desgarrarme esta carne que nadie más ha tocado,
coserme los labios para no seguirte nombrando;
estos labios que más nadie ha besado,
arrancarme el corazón para no seguirte amando,
¡deshollarme estos ojos que te están llorando!
temblando mis manos buscando lo que queda de mí,
descubrir que estoy respirando 
y sobrevivir.

Seguir respirando
es lo único que hago
para no morir en vano
desprendiéndote así...
Mas tu dolor era mío
y por eso‎ me desgarro 
mientras te mato en mí.



Proclama

Yo quiero ser tu resaca y tu ebriedad;
tu exceso y tu necesidad.
Quiero ser la marca que queda en tu cuerpo 
después de tanto arañar;
el beso sincero y tu modo predilecto  de pecar.

Quiero ser tu secreto y quiero ser tu verdad;
lo que admites en silencio 
y lo que quieras proclamar. 
Quiero ser tu fuerza y tu debilidad; 
pasión vulnerable o implacable como el mar.

Quiero ser el respiro de tu tiempo,
tu locura, tu argumento;
el beneficio de tu duda
y lo que das por hecho...
La fe de errata de tu escrito,
tu sarcasmo más cínico, 
el aplauso de los críticos:
Yo quiero ser tu premio.
Y sí, quererlo todo 
porque todo lo puedo,
porque así yo vivo,
porque así te quiero...

¡Quiero defenderte en cada guerra 
aunque yo no tenga paz!
Y puedo herirte y te voy a salvar.
Yo quiero, amor, darte lealtad en libertad.

Quiero habitarte
en lo trivial y lo trascendente:
que llegues a casa y quieras verme
y que por mí le tengas miedo a la muerte.
Quiero tatuarte‎,
pertenecerte,
que me mires frente a frente;
desafiarte hasta que no puedas evitar quererme.

Quiero defenderte en cada guerra 
aunque yo no tenga paz:
yo quiero, amor, darte lealtad en libertad
Una noche y nada más.




















Duelo soberbio

Lejos, inalcanzable,
Presente, intocable,
Ajeno y desconocido, 
Apenas recordado de otra parte,
Cobarde, frío,
Incoherente, resentido:
Un desastre.

Así veo tu propio derrumbe,
Tu coraje sin sentido
En un tiempo ya vencido,
Esperando el día que pases inadvertido
Sin ritos de duelo soberbio,
Ni el silencio que mata todo
Lo que entierran tus gritos
En tu solemnidad de cementerio.

‎Aunque hoy es 24 de enero,
Eres una tumba lúgubre, 
Cada domingo sin visitas
Ni flores en tus restos.
Así veo tu paso fúnebre,
Igual que a mis muertos:
Quizá te llore toda la vida,
Pero cada vez menos.



Déjalo ahí tirado no más

Déjalo ahí tirado sin mirar atrás
en la basura donde debe estar;
una lágrima más, qué mas da.
Aunque te vayas o te quedes,
poco a poco lo arrastrará el mar.
Déjalo ahí ahogado en la verdad;
después de todo,
es tu mejor forma de matar.
Aunque hables o te calles,
sólo queda la ebriedad
de cuanto sabes pudo ser y no será.
Más te debo alertar:
Cuando lo dejes ahí tirado sin mirar atrás,
en la basura donde debe estar,
con una lágrima más,
arrastrado por el mar,
ahogado en la verdad
con que te encanta matar,
y cuando sólo quede la ebriedad
de cuanto sabes pudo ser y no será,
asegúrate de no quererme más;
muy a tu pesar
ya nunca me tendrás, 
te pudrirás en las cenizas que ya no te quemarán.

Pensándolo mejor, hazme ese favor:
suelta mi amor y déjalo ahí tirado no más.



Remitentes

¿Y si nos escribimos tú y yo,
sólo para descansar de los destinatarios ciegos?
¿Y si nos leemos tú y yo, 
sólo para revivir las lenguas muertas?
¿Si nos recitamos a cuestas del te amo que no llega ‎
para vivir en nuestros versos?
Y si tú me besas y yo te beso,
¿cómo se llamaría el poema?

Y si yo te quiero y tú me anhelas,
¿de qué tamaño sería la espera?
Sin respuestas a la mano
ni promesas en vano,
¿y si antes de llorarnos 
nos escribimos a diario
un amor que nos merezca?‎


Cápsula de tiempo

Tengo una cápsula del tiempo
donde te confirmo y te contemplo 
al reírte, al moverte y mirarme por accidente.
Con todos tus respiros justifico
mi manía de pensarte, de esperarte, y de quererte. 

Me transformo, 
me conformo en tus sonidos
hasta que pueda volver a verte;
me trastorno, me cuestiono
sin retorno por pertenecerte.
Más siempre que en tu cápsula me conserves,
yo te perdono el tiempo ausente.

Por suerte, ‎
tengo una cápsula de tiempo que reviento cada año,
que es el tamaño de un día sin verte...
Afortunadamente,
vuelves siempre 
y justo ahí, sólo tú
me calientas y me llueves.


Era de noche


Era de noche y se quedó dormido
sin saber dónde estaba el poema.
Tenía un faro de luna llena encendido  
despertando a quien había escrito
el territorio entre el amor y la pena.

Era una noche de párpados pesados,
de incertidumbre y certeza
con los brazos amarrados
a los recuerdos que besan.

Noche de náufragos y parejas
o de pájaros y hienas,
de esas que se olvidan 
mientras otras se aferran
a sonrisas pasajeras 
o se resignan a confesiones honestas. 
Noche de encender la hoguera, 
de exorcizar la tristeza 
o hacer un pacto con ella.

Era una noche de ecos lejanos,
de tambores paganos 
y de música celta,
según la sangre lo sienta;
de perros callejeros y bohemios fumando,
de ritos profanos fuera de la puerta‎,
o de lazos sagrados cortados con tijeras.

Llena de tu musa nocturna,
del verbo de tu lengua,
dibujé pájaros de barro
y solté cadenas perpetuas.

Era una noche para quedarse en vela,
y escribir tus huellas de retorno hasta que vuelvas,
para que después de tanto soñarte,
al fin me encuentres despierta.

Qué noche tan larga, tan tuya y eterna...



Fuego en el agua

Sal de ese desierto,
Ven al mar conmigo.
Nada en mis aguas,
Deja que mi amor te moje las ganas
Y te corra por la espalda.
Deja ese desierto,
Que mi sal sea tu única sed:
Bebed de mi playa,
Mar adentro.
Deja que mi sol caliente tu mirada,
Déjame ser el fuego en el agua
Y hundirme dentro de ti
En llamas y mojada.

Bonito

Quiero dormir contigo
Cien cosas ya te escribí 
Y te juro lo más lindo que he sentido 
¡Es querer dormir contigo!
Tenerte cerca de mí
Descansar los ojos de verte
Y no verte pero saberte mío
Dormir y aun así vivir
Al fin con más sentido 
Sudando como amantes
O arrullados como niños‎
Soñar o desvelarme
Lo que quieras 
¡Pero contigo!
Para tenerte
Y no verte
Pero saberte mío






Hoy tengo tiempo

Hoy tengo tiempo para recibirte con besos y bañarme contigo;
Hacerte parte de mi cotidianidad sin dejar de maravillarme en tu abrigo,
Ni de advertir lo extraordinario en tus almohadas y nuestro vino.
Claramente lo imagino:
En las noticias con sólo mirarnos nos reiríamos
de los mitos y la excusa del destino,
reservando la boca para el descanso del silencio compartido 
y uno que otro mordisco...
Honrar aquello de ser amantes sin dejar de ser individuos.
Tengo tanto tiempo que hasta podríamos darnos el lujo de aburrirnos.
Tengo tiempo para contar los días de nuestro recorrido
y decirte "ven, ya es hora de que estés conmigo".
Hoy tengo todo el tiempo del mundo y te quiero a ti para vivirlo.

Delírium trémens

Mira si estoy perturbado
Que tu amor me ha condenado
A la nostalgia y la adicción.
En vez de sentirme liberado,
Tu mejor verso es mi maldición.

Los lugares comunes románticos
Se funden cual tormento de Allan Poe.
La noche se llena de sombras y látigos
Y con llagas en las manos de náufrago,
Al monstruo creado descubro con horror:
Era mi único dueño y ahora te extraño.
¡Qué amargo el asco que produce el amor!

La hipotermia de tu ausencia,
El incendio de tu presencia;
Todo contigo, nada sin ti.
¡Qué espanto sentir así!
Temblar la abstinencia,
Tu maldita prudencia,
La intermitencia de morir y vivir;
Dormir con fiebre a cuarenta grados,
Besar pensando en tus labios, sí
¡Tocarme sin tus manos!
Escribirte,
Morderme hasta que sangro.
Reprimirte,
Reducirte a poesía como si sirviera de algo.

Peor que enamorado,
Obsesionado, desvelado te descarto
Mas tu rostro me acecha y nunca me salvo.
Del silencio a la alegría sólo están tus pasos;
Del poema a la pornografía, tus labios.
Clavando mis uñas a tu voz, aferrado,
Evadiendo la muerte hasta estar a tu lado.

Mira que estoy perturbado
Y ni siquiera te amo.





A fuerza de besos


Solían quererme más en navidad 

Y me llenaban de promesas en víspera de año nuevo; 

No había veranos sin sueños...

No hace falta huir porque se te escapó un te quiero.

Tengo edad para saber que siempre está enero 

y que todo verano termina en invierno.

Llámalo experiencia y no recuerdo.

No necesito prudencia ni argumento;

Que si la distancia, que si el tiempo,

Ni hacen falta tu valor ni tu miedo.

Aún en tu silencio, yo piso firme:

No esperes que te olvide

No olvides que te espero

Y nos diremos todo a fuerza de besos.