Fito Páez |
Su piano arrulla, cobija y acecha
con dulzura insoportable
que aviva y entierra.
Entre látigo y certeza,
sus notas tocan
la espera de una fecha.
Una tras otra
cuales gotas de lluvia en la boca
van del llanto a perfumar las rosas
y viceversa.
Estoy de vuelta sin dejar rastros
hasta el breve espacio de oírle tocando.
Su piano es el drama
de besarle sin sus labios
y tocarle sin mis manos;
la verdad incuestionable
de que sólo a él le canto.
Soy la tragedia irremediable
de no poder escribir su sonido
y no tener testigos de cuánto le extraño...
Soy la conciencia de ser más pequeño
que el universo que le guardo,
que el universo que le guardo,
oír a diario su risa presente
y el temor de serlo todo
y no ser suficiente.
Soy la insistencia de saberme
siempre de sus manos
Soy la insistencia de saberme
siempre de sus manos
al acecho de ese piano;
su piano de versos y disparos,
labio a labio,
panteón... y campanario.
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