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La Marea

La inscripción lapidaria, aquel epitafio promesa envejece en las grietas de mis piedras: “El poema eres tú” fue acaso mi última certeza.  Se...

Es inútil


Es inútil,
La palabra jamás alcanzará a la música...
Desde la intimidad acústica 
A la euforia de un concierto,
El descenso a las profundidades 
Y el clímax del ascenso,
Los desiertos y los mares:
El amor de los inmortales
Está sólo en la nota sostenida
Y en toda la vida de su cuerpo
Estremecido, vivo o muerto,
Conmovido por el tacto del recuerdo
Y el olvido derrotado por un verso.
La música es soñar despierto
Y escoger el sueño. 

Latido a latido, percusión del tiempo,
No existe hasta que rompe el silencio
Tu adiós, eterno solo del blues más lento,
Estridencia del grito sangrando te quieros
Hasta la paz del suspiro enmudeciendo:
Saberte vivo y verte de lejos...

Es inútil evadir tu rostro
Si la música habla de nosotros.
Y si no te basta oírle
Del dolor al gozo,
¿Qué más puedo decirte
Que no te hayan dicho otros?

El consuelo de María no es un poema

En el mes de diciembre de 1999, las fuertes lluvias provocaron la llamada Tragedia de Vargas, acabando con poblados enteros, dejando miles de muertos e incontables damnificados llegando al libro Guinness por el mayor número de víctimas en un alud de barro. Un grupo de sobrevivientes fue trasladado al Parque Recreacional Sur en Valencia. Las imágenes eran desgarradoras y se activó todo un movimiento para recoger donaciones, atender y alimentar a los sobrevivientes. Con 17 años, no era mucho lo que yo podía donar materialmente pero no dejé de llevar lo que pude y pedí a mi familia la ropa que ya no usaran para llevarla. Cuando llegué, apenas se estaba empezando a organizar el refugio y no había ni donde cocinar los alimentos donados. Le pedí a mi mamá que donara su vieja cocina, ya que la había logrado reemplazar meses antes. Recuerdo ver en su rostro lo difícil que se le hacía desprenderse de algo así; no sabía ni qué decirme pero le dio vergüenza negarse cuando le insistía que ellos la necesitaban más que nosotros. El alcalde Paco Cabrera enseguida se encargó del traslado y así como yo,  muchos valencianos ayudaron ardua y desinteresadamente.

Aunque yo era menor de edad, tener carnet de la Universidad de Carabobo les inspiró confianza y me pusieron a cargo de un grupo de niños. Estaban tan desanimados que no daban trabajo en realidad y costaba distraerlos en medio de aquél ambiente. Fue entonces cuando el alcalde hizo arreglos para que los lleváramos antes de Navidad todo un día al parque Dunas. Yo era responsable de 5 niños que parecían haber olvidado por un momento lo que estaban viviendo, con excepción de María, la niña menor. No mostró mayor interés y buscaba mucho cuidado pero cuando llegamos a una piscina donde podían navegar remando botecitos, se mezclaron la emoción y el miedo, naturalmente, sabiendo que el agua les había causado tanto daño. Quería subirse, pero conmigo; me insistía indecisa casi temblando. No la podía complacer así que se quedó conmigo algo triste. Le dije tantas cosas para convencerla, pero sólo aceptó cuando me agaché y le dije tomándola por los brazos algo así como: Yo sé que puedes divertirte en el botecito solita, pero si me necesitas me llamas y te voy a buscar aunque sea nadando....no te voy a quitar los ojos de encima, María, mira qué grandes los tengo (abriéndolos exageradamente hasta hacerla reír). Sus saludos a lo lejos sonriendo no se compararían con el fuerte abrazo que me dio cuando yo misma la saqué de la piscina al terminar el paseo. No sé si fue mi juventud, pero creo que fue muy hermoso en muchos sentidos... Sentí que la ayudé a trascender por sí misma el dolor. Horas más tarde la entregaba a su madre en silla de ruedas y nos despedimos con un hasta mañana sin saber que no nos volveríamos a ver.

Jamás hubiera imaginado que la noche siguiente, cuando no pude asistir, dos refugiados violarían a dos voluntarias durante la guardia nocturna.  Fue algo muy difícil de asimilar y sobra decir que nunca más volví por seguridad y por indignación. Me dije por mucho tiempo que no todo fue en vano pensando en María. Después de todo, fueron dos adultos delincuentes quienes no valoraron lo que hacíamos por ellos y por sus hijos.  Del mismo evento que aprecié la solidaridad y la unión, tuve que aprender también que ni la pobreza ni la tragedia son sinónimos necesarios de bondad y hasta comprendí a quienes me parecieron indolentes por decir que los refugiados iban a hacer de Valencia un lugar tan inseguro como Caracas. Pero los niños parecían intactos de todo aquello y eso era 
lo rescatable.

Ahora, a dos meses del asesinato a golpes de una adolescente embarazada por sus compañeras de clase, y a tantos años de la 
Tragedia de Vargas, el domingo 19 de Marzo unos doce niños entre 6 y 10 añitos han asesinado a puñaladas a dos hombres en Caracas... y el consuelo de María se me hace inútil. He educado a cientos de niños y se me hace insoportable la idea de que ahora no sólo vivimos el riesgo de morir a manos de hombres sino también a manos de niños... No alcanzo a describir este horror ni tengo moraleja para esta fuerte sospecha de que ya es demasiado tarde para hablar de un futuro rescatable en este país; apenas me pregunto si volveré a encontrar Marías en medio de las calamidades y lo que es peor, me pregunto si quieren ser encontradas.



Broken

Algo se rompió...
Acaso mi reflejo en tu espejo,
Testigo atento de tus ojos
Que tan pocos advirtieron,
Verdad dulce de tu voz;
Lo que un día nos unió,
Si no ha muerto, se rompió.

Qué breve el perdón...
No sé lo que es,
Pero algo cambió;
Te veo nublado 
Cual rostro extraño 
Sin manos ni pies,
Y oigo lejano
El verbo espontáneo de ayer: 
No somos uno ni dos ni tres.

Sin musa delirante
Ni prosa relevante
Tu tiempo terminó,
Mutando en su paso 
El fervor y el encanto
En buena educación.
Qué frágil el amor
O como quieras llamarlo, 
Pero algo se rompió...
Quizá sólo fui yo
Al debut de tus disparos,
Presa del horror.

Adiós.


A paso lento


Se fue febrero sin tu acorde
Se va marzo sin un verso
Desvaneciendo tus voces
Se lleva el tiempo tu recuerdo
Se aleja todo sin remedio
Nublando el horizonte 

En la penumbra del museo
De ruinas monumentos
Reliquias y libros polvorientos
Un rayo de sol irrumpiendo‎
Abre los baúles de mi pecho 
Y te encuentro

Me aferro y te suelto
Te escurres por mis dedos...
Llegará abril sin tu regreso
Yo seré un año más viejo
Sin los mismos ojos que te vieron;
La deriva de mis barcos sin puerto
Mayo de invierno lúgubre
Llueve el premio de consuelo:
Llorarte cada vez menos,
Que toda marcha fúnebre 
Se hace a paso lento.