donde te confirmo y te contemplo
al reírte, al moverte y mirarme por accidente.
Con todos tus respiros justifico
mi manía de pensarte, de esperarte, y de quererte.
Me transformo,
me conformo en tus sonidos
hasta que pueda volver a verte;
me trastorno, me cuestiono
sin retorno por pertenecerte.
Más siempre que en tu cápsula me conserves,
yo te perdono el tiempo ausente.
Por suerte,
tengo una cápsula de tiempo que reviento cada año,
que es el tamaño de un día sin verte...
Afortunadamente,
vuelves siempre
y justo ahí, sólo tú
me calientas y me llueves.
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