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La Marea

La inscripción lapidaria, aquel epitafio promesa envejece en las grietas de mis piedras: “El poema eres tú” fue acaso mi última certeza.  Se...

Delírium trémens

Mira si estoy perturbado
Que tu amor me ha condenado
A la nostalgia y la adicción.
En vez de sentirme liberado,
Tu mejor verso es mi maldición.

Los lugares comunes románticos
Se funden cual tormento de Allan Poe.
La noche se llena de sombras y látigos
Y con llagas en las manos de náufrago,
Al monstruo creado descubro con horror:
Era mi único dueño y ahora te extraño.
¡Qué amargo el asco que produce el amor!

La hipotermia de tu ausencia,
El incendio de tu presencia;
Todo contigo, nada sin ti.
¡Qué espanto sentir así!
Temblar la abstinencia,
Tu maldita prudencia,
La intermitencia de morir y vivir;
Dormir con fiebre a cuarenta grados,
Besar pensando en tus labios, sí
¡Tocarme sin tus manos!
Escribirte,
Morderme hasta que sangro.
Reprimirte,
Reducirte a poesía como si sirviera de algo.

Peor que enamorado,
Obsesionado, desvelado te descarto
Mas tu rostro me acecha y nunca me salvo.
Del silencio a la alegría sólo están tus pasos;
Del poema a la pornografía, tus labios.
Clavando mis uñas a tu voz, aferrado,
Evadiendo la muerte hasta estar a tu lado.

Mira que estoy perturbado
Y ni siquiera te amo.





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