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La Marea

La inscripción lapidaria, aquel epitafio promesa envejece en las grietas de mis piedras: “El poema eres tú” fue acaso mi última certeza.  Se...

Gajes del oficio

Te imagino con la calma
inquebrantable
con que miro la montaña
al final del paisaje...

"Te mando señales de humo como fiel apache",
te despido en el olvido nocturno
y en todo futuro te respiro como antes
con nuestros frutos, 
nuestra tierra de nadie, 
nuestras libertades 
y lunas menguantes.

Deliro con la ebriedad del amante
que más temprano que tarde 
advierte el paso errante del exilio. 
Te bebo sorbo a sorbo;
te destilo,
te deseo con la carne.
Te muerdo hasta sangrarte
y sin pudor, te transpiro.

Te fumo como a un vicio,
te escribo la verdad inpronunciable,
te conjugo en mi cama, 
en todos los arrabales,
en las iglesias sin ritos:
te prendo velas y te maldigo.

Que se escriba en los libros 
nuestro ardor y nuestro hastío;
las complejas bondades de este libre albedrío.
¡Que suene en las ciudades tu himno!
Que se proclame patrimonio protegido 
tu arte y tu colección de mis partes.
Que se estudie en laboratorios y universidades 
lo soberanamente jodido 
que es amarte esperándote aunque te llames mío.

Pasen todos, bienvenidos al único circo 
que se escribe con sangre, cariño,‎ 
orgasmos y cinismo.









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