Yo me imagino que matar es esa sobredosis que se escapa de las manos por placer extremo,
O el sexo clandestino que al calor de la pasión vale cualquier precio;
El desenfreno de la ira te ciega y apuñalas y penetras
Una y otra vez el cuerpo de tu propia miseria
Y te bañas en sangre con el último manjar de tu lengua.
Yo me imagino que matar es el orgasmo de lo perverso
Y nuestro sentido más primitivo de la justicia;
Sin autopsia que revele que la muerte es merecida.
Entonces aferrados al placer entre las piernas y el hambre satisfecha,
Se suicidan a las nueve y media dueños absolutos del climax.
Los amantes son bestias que quieren morir invictas.