Aunque tus ojos no vean,
Mientras te oigo hasta la mirada;
Tu voz que es la música de mi alma,
Tu voz que no sabe de rencores,
Tan suave como temblores
De luz opaca de las distancias.
Tu voz con los suspiros que abrigan la nostalgia
Y todos sus gemidos con la piel en llamas.
Sueño que tu voz me canta;
Hoy mis versos te reclaman.
Besa mi música tuya,
¡Canta, canta!
Déjame entrar en tu musa
Y declámala.
Francisco Céspedes |
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