Ella reposaba sin descanso a mi lado en el metro,
Lloraba de rabia con la nariz mojada y los ojos secos.
Yo imaginaba los versos agrios entre sus sesos,
El peso de sus cargas,
El dolor de sus huesos,
El hueco en la mirada
Que no hallaba consuelo.
Respirábamos el mismo aire sucio lleno de malas palabras.
Sólo yo escuchaba los sollozos que la muchedumbre ignoraba.
Rechazó mis intentos y se cubrió la cara a destiempo...
Nunca sabrá que lloramos dos en el metro.
Buen olor...
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