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La Marea

La inscripción lapidaria, aquel epitafio promesa envejece en las grietas de mis piedras: “El poema eres tú” fue acaso mi última certeza.  Se...

Sonríe

Mi niño calladito, pequeño... Uno cree que no percibe, que no sabe nada, que no advierte. Mi niño me descubre de frente, me atrapa descuidada, me descifra la mirada y rompe el silencio con voz leve: "¿Qué pasa? Háblame, mamá. Sonríe". Oh, apenas un instante, al pesar más breve, mi hijo reconoce una sombra en mis ojos y me advierte, me exige la verdad siempre, me reclama que vuelva a ser su madre: Sonríe. No es una orden; es un conjuro. Mi hijo es la vida que vence al luto. Mi niño no está ciego ni está mudo. Mi hijo sabe todo, menos el poder que tiene sobre mí.‎ ‎


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